Este complejo es la construcción más antigua de Cuenca. Su edificación inició en 1567. Sus muros están cimentados sobre piedras incásicas reutilizadas de edificaciones de la antigua ciudad de Tomebamba. La etapa final de construcción se dio entre 1920 y 1924.
Luego de varios meses, terminaron las obras de preservación en la Catedral Antigua de Cuenca, uno de los monumentos religiosos más importantes de la ciudad. El proyecto fue impulsado por la Arquidiócesis de Cuenca.
Gustavo Lloret Orellana, arquitecto restaurador estuvo a cargo de la dirección y supervisión de la obra. Trabajó un equipo de 16 personas y dos directores.
En la memoria técnica del proyecto, el Arq. Lloret destaca que la Catedral Vieja de Cuenca, es en sí misma un monumento y un registro histórico-social, por ello es muy importante que se haya emprendido este trabajo para preservar su estado.
El profesional que ya había trabajado en obras de restauración de este complejo en 1999, manifestó que con este programa de mantenimiento se garantiza que el bien se conserve a través del tiempo y se prevengan daños al edificio.
Entre las obras de carácter arquitectónico se contemplaron las siguientes: Limpieza de canales y bajantes de agua lluvias, revisión del correcto funcionamiento y estado de conservación del componente de morteros de cumbreros y limatesas del sistema de cubiertas, revisión del sistema de impermeabilización de cubiertas, retiro de tejas corridas y rotas y sustitución de las mismas, retiro de revoques de barro en mal estado de los paramentos exteriores de las paredes colindantes al lado este de la Sacristía alta y lado norte del paramento de la oficina administrativa ubicada en el Ayacorral, entre otras.
En la parte interna trabajaron restauradores y auxiliares a cargo del profesional Mario Brazero. Se intervino en todas las capillas, en los desprendimientos de parte de pinturas murales, limpieza de retablos, intervención en papel tapiz, limpieza superficial y química en varios espacios.
En todo bien patrimonial deberían realizarse obras de preservación por lo menos cada dos años, destaca el Arq. Lloret.