“Cuando la fe y la cultura se unen, quiere decir que esa fe ha echado raíces”. Así se expresó el Nuncio Apostólico en Ecuador, Monseñor Andrés Carrascosa, luego de admirar el Pase del Niño Viajero, realizado el último 24 de Diciembre en Cuenca.
Ecuador es muy variado y muy bonito, ha dicho Monseñor Carrascosa, quien aunque nació en Cuenca de España, siente a Santa Ana de los ríos de Cuenca, como su ciudad en Ecuador. Tras asistir por primera vez a las Eucaristías de víspera, de fiesta y al sobrevuelo con la imagen del Niño Viajero, el Nuncio destacó el gran valor que tiene esta fiesta religiosa que está muy inculturada en la vida de los cuencanos. ”La gente con orgullo saca su fe a las calles. Eso hacemos en toda procesión. Nos sentimos orgullosos de nuestra fe. Estamos orgullosos de lo que creemos”, ha referido.
Monseñor Carrascosa enfatiza en lo trascendente de la Navidad: el nacimiento de Jesús, un acontecimiento que no fue revelado a la gente grande como Herodes o los sumos sacerdotes. El anuncio lo hizo el ángel a los humildes, a los sencillos, a los pastores, que fueron los primeros evangelizadores.
A la pregunta de por qué nos hacemos regalos en Navidad, Monseñor responde, porque Jesús es el gran regalo que Dios nos hace. Por qué encendemos luces, porque Jesús es la luz del mundo que nace. Todo tiene un porqué, dice el Nuncio, pero muchas veces lo hemos desenganchado de su origen, y nos hemos quedado con las luces, sin ir a quien la origina, el Niño. Aquí lo bonito es que el Niño Jesús está en el centro de la Navidad.
“Aunque Cristo naciera mil veces en Belén, si no nace en ti, seguirás eternamente perdido. Aunque Cristo pasara en el Pase del Niño, mil veces por nuestras calles, si no nace en nosotros, esto serviría de poco. No nos podemos quedar solo en la corteza, tenemos que ir al fondo. Que cada persona abra el corazón para que Cristo nazca en él, sostiene el Nuncio.