Tras 28 años de servicio en comunidades rurales de El Pan y Paute, las religiosas regresaron a su casa madre en la provincia española de Almería.
Con sentimientos encontrados estaban las religiosas Josefa Bernabé García y María del Carmen Martínez, integrantes de la comunidad religiosa Dominicas rurales Misioneras del amor. El pasado martes, ambas abandonaron Ecuador ante la falta de religiosas para seguir con su arduo trabajo.
Josefa Bernabé es una de las fundadoras de la comunidad. La semana pasada ella y su compañera recibieron muestras de cariño y gratitud de pobladores de El Pan y Guarainag, a quienes con mucha entrega sirvieron durante más de dos décadas. “Gracias por la acogida y el bien que nos han hecho a nosotras. Esperamos volver si crecen las vocaciones” dijo la hermana Josefa. Las religiosas sirvieron en zonas rurales de El Pan y Paute. En este último cantón, trabajaron en Guarainag, a donde llegaron en el 2003 por pedido de Mons. Vicente Cisneros. Aquí permanecieron durante veinte años.
La casa madre se encuentra en la provincia española de Almería. Hoy en la congregación solo quedan cinco religiosas.
Al evaluar su presencia en Azuay, la hermana Josefa dice que la providencia de Dios se ve en tantas cosas. Dios ha cuidado a todos, durante el servicio hemos visto esa sencillez de la gente que busca a Dios. “Lo hemos intentado hacer bien, pero el Señor sabrá. La alegría de ser una semillita, esa semilla tiene que podrirse y eso nos toca ahora a nosotras”, finaliza.
María del Carmen Martínez, recuerda que siempre deseaba como misionera ir a Latinoamérica, y el Señor en su providencia escogió Ecuador. Fue una religiosa dominica de La Inmaculada, quien al conocer su carisma dijo “hermanas ustedes son para mi tierra”, se habló con Mons. Luna y el padre Adolfo Clavijo y se organizó la misión con tres religiosas.
“Aquí dejo muchos amigos y familia de sangre. Cuenten con nuestras oraciones, nunca me voy a olvidar de orar por el Ecuador y por estas comunidades”, comenta.