En comunión con toda la Iglesia, iniciamos el tiempo de Cuaresma. Cada año, este tiempo nos ofrece una ocasión providencial para profundizar en el sentido y el valor de nuestra identidad cristiana, nos estimula a descubrir de nuevo la misericordia de Dios y nos invita a que seamos nosotros mismos más misericordiosos con nuestros hermanos.
Nos reunimos este Miércoles de Ceniza, respondiendo a la invitación del Señor, para empezar estos cuarenta días de preparación para la Pascua, con anhelo de conversión. Y lo hacemos con esperanza, porque sabemos que el amor y el perdón de Dios, nuestro Padre, es siempre mayor que nuestro pecado y nuestros fracasos. Con Él, siempre podemos comenzar de nuevo.
La ceniza que recibieron los fieles católicos, será como una oración que, desde el fondo de nuestro corazón sube a Dios, siendo conscientes de que sin Él, no podemos hacer nada.