La comunión es lo más sagrado que tiene la Iglesia. El ministro extraordinario de la comunión es un misionero que lleva a Jesús a los demás, en comunión con su párroco y la comunidad.
“Llevar la comunión a los enfermos, es lícito si se tiene delegación del párroco y ha existido la debida formación litúrgica”, así lo recordó Monseñor Marcos Pérez, Arzobispo de Cuenca, a los 120 nuevos ministros extraordinarios de la comunión que el pasado 16 de febrero fueron instituidos en este ministerio, en la Vicaría Oriental.
Los nuevos ministros pertenecen a 17 parroquias eclesiales, y serán los portadores de Jesús Sacramentado. Durante la celebración eucarística donde fueron presentados los nuevos ministros, Monseñor reflexión sobre la importancia de este servicio. Un ministerio en la Iglesia significa servicio. El párroco es el primer servidor, pero le acompaña una iglesia viva, donde están los ministros extraordinarios de distribución de la comunión. El Señor quiere contar con nosotros, y espera que nosotros sus discípulos colaboremos en la obra de la salvación, que seamos sensibles ante las necesidades de los demás.
“A ustedes hermanos se les llama a practicar una obra de misericordia: dar de comer al hambriento, no solo en lo material sino del alma”.
Monseñor precisó que los ministros ordinarios para distribuir la comunión son el obispo, el sacerdote y el diacono. Ante la gran afluencia de fieles, se ha llamado a algunos hermanos para que de manera extraordinarias ayuden.
Hay que recordar algunas normas elementales de este servicio. El ministerio exige sobriedad y decoro al vestir, pues se lleva al Señor. Se exige pulcritud en la presentación y buen trato; coherencia de vida y profunda fe. Se debe evitar atuendos que se asemejen al traje clerical. Solo las personas que han sido aprobadas por la Arquidiócesis pueden distribuir la comunión. El ministro es tal en su parroquia, no tiene alcance arquidiocesano.
“Un ministerio es un servicio para auxiliar humildemente a toda la comunidad”, precisó Mons. Marcos.