Al final de la procesión, en la Catedral Metropolitana, hubo una celebración penitencial y confesiones a cargo de 25 sacerdotes.
Luego de cincuenta años, Cuenca volvió a celebrar la procesión de Los Pasos, un acontecimiento de profunda fe católica que recuerda los últimos momentos de Cristo en la tierra, como la crucifixión y muerte. Tal como sucedía hace cincuenta años, el Martes Santo, varias imágenes de las iglesias de la ciudad fueron llevadas en procesión por las calles céntricas, en una marea humana vestida de fe y amor al Redentor.
Bajo la convocatoria de la Arquidiócesis de Cuenca, pasadas las 18H30 miles de fieles se dieron cita en la Iglesia de San Blas, desde donde partió la procesión. Esta vez fueron recreados ocho pasos, cada uno de los cuales correspondió a una escena bíblica. Así, a lo largo de la calle Bolívar transitó el cortejo religioso en el que participaron varias parroquias de la vicaría urbana. La primera en aparecer fue la alegoría de la Última Cena, cuyas imágenes pertenecen a la Catedral Antigua de Cuenca, le siguió, la Oración en el Huerto de los Olivos, de la Iglesia de San Francisco, luego la Flagelación del Señor, de la Iglesia de La Merced. A continuación apareció la Coronación de espinas, de la Iglesia San Blas. Luego el Cristo pobre, traído de la Iglesia El Vecino. También observamos al Nazareno, de la Iglesia de San Blas. La Crucifixión de Jesús, perteneciente a la Iglesia de San Alfonso y el Descendimiento, de la Iglesia de San Francisco, cerraron la procesión.
Los grupos escultóricos trasladados en plataformas, fueron acompañados de bandas de música del Ejercito, la Policía y comunidades. Había en la procesión caballeros y damas de la Virgen, movimientos laicales, fieles, penitentes y mujeres con vestidos y velos negros, demostrando su pesar por la muerte de Cristo.
“La ciudad volvió a celebrar la procesión de Los pasos, como elemento identitario de la fe del pueblo cuencano”, comentó el P. Ramiro Cristancho, vicario urbano de Cuenca.