La Eucaristía de ordenación de los nuevos presbíteros fue presidida por Monseñor Marcos Pérez, Arzobispo de Cuenca, y concelebrada por 3 obispos, el clero de Cuenca y sacerdotes invitados.
El pasado miércoles 19 de marzo, en la solemnidad de san José, esposo de la Virgen María, fueron ordenados cuatro nuevos sacerdotes de la Arquidiócesis de Cuenca. Ellos son: Adrián Isidro Chiqui Montenegro, oriundo de la parroquia Santa Ana; Fabricio Xavier Dávila Orozco, de Alamor, provincia de Loja; Marcelo Fernando Lucero Llivicura, procedente del cantón Gualaceo, parroquia Divina Misericordia, y Jaime Ricardo Portillo León, de la parroquia Güel, cantón Sígsig. Cada uno de ellos cumplió con todos los requisitos estipulados por la Iglesia, antes de su ordenación sacerdotal.
El martes 18 de marzo, por la noche, tuvo lugar la Eucaristía de Profesión de Fe, en la capilla del Seminario “San Luis”, que fue presidida por Monseñor Marcos Pérez, y concelebrada por el P. Vinicio Urdiales, Rector del Seminario “San León Magno”. Se contó también con la presencia de los seminaristas de Cuenca.
La Eucaristía de ordenación, que se celebró en la Catedral Metropolitana de la Inmaculada Concepción, el miércoles 19 de marzo, a las 10:00, fue presidida por Monseñor Marcos Pérez Caicedo, Arzobispo de Cuenca, y concelebrada por Monseñor Fernando Ortega, Obispo Auxiliar de Cuenca, Monseñor Gustavo Rosales, Obispo Auxiliar de Guayaquil, Monseñor Néstor Montesdeoca, Obispo de Méndez, por el P. Vinicio Urdiales, Rector del Seminario “San León Magno”, los vicarios episcopales y funcionales y numerosos sacerdotes del clero arquidiocesano de Cuenca, y sacerdotes invitados. En esta celebración estuvieron presentes numerosas delegaciones de las parroquias de origen de los neosacerdotes, como también de las parroquias donde ellos han prestado sus servicios como diáconos transitorios.
En su homilía Monseñor Marcos resaltó la importancia de San José, esposo de la Virgen María, en la Iglesia. Recordó a los nuevos presbíteros que su corazón solo le pertenece a Dios y les dijo que lo mejor que les ha sucedido en la vida es haberse encontrado con Jesús. Les exhortó a amar a su pueblo y a la Virgen María y a ofrecer su servicio a Dios de forma desinteresada.
Al final de la ceremonia, se les entregó el nombramiento con el lugar donde prestarán sus servicios como sacerdotes, en colaboración con sus respectivos párrocos.