Monseñor Marcos Pérez Caicedo, Arzobispo de Cuenca, en la homilía pronunciada dentro de la Eucaristía de Acción de Gracias (Te Deum) por los 468 años de Fundación de Cuenca, que se celebró el sábado 12 de abril, en la Catedral Antigua de Cuenca, manifestó que Cristo vivo nos habla claro, interpela nuestra vida. Nos habla del Padre bueno, de la fraternidad y de los atentados contra la unidad del pueblo: violencia, corrupción, mentira, prepotencia.
Contemplando a nuestra ciudad en el día que celebramos su fundación, el Señor nos bendice y espera de nosotros compromisos de fe, trabajo honesto, sinceridad en las palabras y acciones, preocupación por los hermanos más necesitados.
El Ecuador valora profundamente el aporte espiritual, social, económico y cultural de nuestro pueblo, también el trabajo de todos por la promoción de la paz, la justicia y el bien común. Cuenca es un ejemplo vivo de estos valores, y su liderazgo ha contribuido significativamente a fortalecer el tejido social y la esperanza en tiempos complejos. Uno de sus aportes más significativos la piedad y religiosidad popular: donde se enlazan cultura y fe. Un valor que debemos cuidar y potenciar todos.
Con la gracia de Dios, seamos peregrinos de esperanza. Todo esto será posible si somos capaces de recuperar el sentido de la fraternidad universal, si no cerramos los ojos ante la tragedia de la pobreza galopante que impide a millones de hombres, mujeres, jóvenes y niños vivir de manera humanamente digna, concluyó.